En distracción III, pinté un tigrillo u ocelote que a pesar de estar rodeado de estas hermosas pero venenosas criaturas como lo son las medusas, no quita sus ojos de lo divino, lo celestial o del más allá, como se le quiera decir; creo que olvidamos que todo en esta vida es pasajero y no podemos enfocarnos en lo que nos hace daño y nos distrae de lo realmente importante.