Esta obra surge de una experiencia profundamente personal, un grato reencuentro con mi niño interior cuyos recuerdos más felices están asociados al acto de dibujar en hojas de cuadernos cuadriculados. En aquellos días de la infancia, los dibujos fluían libremente sobre el papel, explorando diversas temáticas y a veces adquiriendo una dimensión tridimensional a través de cortes y pliegues.
En la actualidad, me es posible ver esas cuadrículas de cuaderno reflejadas en múltiples lugares de la ciudad, en los andenes y en los enchapes de los edificios y las casa. Cada cuadrado se asemeja a una tableta de adoquín de concreto que delimita y define el espacio urbano, permitiendo ocasionalmente que la naturaleza se manifieste en forma de vegetación que emerge en medio de lo construido por el ser humano.
Sobre el artista
En la búsqueda del verdadero dorado, la exuberancia del territorio.