Tuve una noche de suerte.
En la tarde de ese día llegó la invitación para estar en una presentación de “Don Abundio y sus traviesos”. Un grupo de turistas extranjeros llegaría hasta a su casa, en donde él y su familia acondicionan un espacio de la calle polvorosa para presentar su música y su folclor.
Como siempre en Mompox, esta noche también hace calor, la luna llena y las velas alumbran lo que ha dejado de ser una calle para convertirse en un escenario.
Empiezan a llegar los invitados y, con ellos, comienzan a salir los músicos y bailarines.
Tambores, gaitas, la flauta de millo… Cuando empieza la presentación, cada instrumento tiene su momento de protagonismo y la voz de Don Abundio guía los coros y los tiempos de cada ritmo.
Bullerengue, chandé y la reina: la cumbia.
La pollera vuela al calor de las velas, el viento parece bailar siguiendo el mismo ritmo, la tierra se agita con las pisadas delicadas y rítmicas de los bailarines.
De repente, todos estamos bailando, hipnotizados por esa luz, por ese vaporoso calor, por la tierra llamando nuestros pies y la música sintiéndose en el alma.
Una noche de suerte, una cumbia, una obra.
Sobre el artista
Arte expresionista para conectar con la energía de los ritmos naturales.