Lo uno y lo múltiple, lo mismo en lo diverso y lo diverso recreándose a partir de lo mismo. De ese péndulo constante, de ese movimiento que desde Darwin pensamos que va buscando siempre una mejor adaptación a las condiciones, surge el más fortuito de los elementos: la conciencia. Es curioso que este elemento, justo el que nos permite percatarnos de todo lo anterior, sea el más grande misterio para sí mismo. ¿Qué ventaja representa la conciencia en el contexto de la evolución? Las respuestas pueden seguir llegando desde la filosofía misma: la creación, la vida contemplándose a sí misma. El problema es que la vida es demasiado grande, demasiada información para una conciencia limitada como la nuestra.