esta serie de pinturas ha gravitado en torno al trabajo, no como castigo ni obligación, sino como un medio para honrar la vida, el oficio nos salva, nos da vida y vivimos en el, giramos junto a esos ejes del trapiche y a cambio, la vida nos devuelve un dulce jugo de caña. Mi abuelo nos dirige, mi tio y yo ponemos la fuerza, y los niños juegan mientras aprenden a ser personas.